Sunday, October 30, 2005

Cuento de Hadas (III)


Noatlín estaba en serios aprietos: las casas reconstruidas se caían por la madera carcomida que Arle mandaba, los trabajadores no atendian sus labores por miedo al dragón que ya era todo un monstruo y comenzaba a demandar que se le dieran los corderos más gordos de reino. La gente tenía las esperanzas puestas en Resalín, el rey de Arle. Necesitaban a su ejército caza-dragones y pronto. No podían esperar a que milagrosamente el dragón decidiera dejarlos en paz: es bien sabido que si a los dragones les falta algo es bondad y paciencia.


La gente de Arle comenzaba a sufrir los estragos de la peste de gusanos azules. Al terminarse la madera, la gente recurrió a las reservas reales solo para encontrarse que éstas estaban podridas y carcomidas. Demandaban al rey que se dispusiera de la madera nueva a la que tánta fe tenían. Harto de las súplicas de la gente, Resalín mandó al ministro Melbo a traer información para programar la tala anual de árboles. Melbo se dió a la tarea inmediatamente; al anochecer visitaría a las hadas. Sabía que el enojo del rey cesaría una vez que supiera de cuánta madera dispondría para vender y compensar a los afectados. Melbo repasaba una y otra vez en su mente el maravilloso plan que gestó la temporada pasada para incrementar la producción de árboles del reino. Ese plan suyo que rescataría al reino. O al menos eso pensaba.

Al llegar Melbo al bosque de las hadas se topó con un panorama extraño: las hadas estaban enfurecidas. Esto es una cosa muy peculiar, pues usualmente las hadias tienen un brillo azul que las rodea. A veces este brillo es blanco-amarillento, pero en esta ocasión era rojo. Rojo sangre. Un rojo encendido que emanaba de las criaturitas aquéllas. Es cosa curiosa ver a un hada enojada, pero aún más curioso es ver a toda una legión de ellas encolerizadas. Melbo llamó a una de las hadas para informarse de qué sucedía a lo que la alada criatura respondió: Los árboles están muriendo; nos vamos.


Melbo casi cayó al suelo de la impresión. ¿Muerto? ¡Eso es imposible! pensaba para sí. Demandó mayores explicaciones. El hadita fue interrumpida de pronto por un zumbido agudísimo. era el hada superiora que estaba tan enojada que echaba humo, literalmente.


-Sucede, su señoría, que siendo que los Gnomos habían hecho los polvos mágicos de la misma forma por miles de generaciones. Cuando cambiamos la receta para acelerar el crecimiento de éstos, los Gnomos olvidaron anotar la nueva fórmula resultando en que cada vez que hemos surtido nuestros polvos mágicos lo hemos hecho de una combinación de polvos enteramente diferente. Todas y cada una de las veces. Ahora los árboles mueren y con ello nos vamos de aqui: las hadas no estamos para hacer daño a la naturaleza.


Habiendo dicho esto, el hadita dió media vuelta y se alejó hacia el cielo, furiosa. La siguieron todas las demás hadas en una procesión tal que parecía que las estrellas salían del suelo para perderse en la negrura de la noche. La cara de Melbo se iluminaba por la estela de las miles y miles de hadas que súbitamente dejaban el bosque. No podía ser. Melbo corrió hasta un árbol cercano y con sus propias manos arrancó de tajo una rama. Cuál fué su sorpresa al ver que la rama se deshacía en sus manos como si fuese hecha de la ceniza más fina. Corrió a otro árbol y al tocarlo se dió cuenta de que éste no era quebradizo, sino suave como la seda. Tan suave era que se dobló por completo y el tronco completo casi toca el suelo al ceder ante el peso de la mano de Melbo.

Desconsolado, Melbo se echó al suelo y comenzó a llorar amargamente: había traído la ruina al reino. El rey mandaría cortar su cabeza y echaría sus restos a los perros, o algo peor. Su familia sería el objeto del odio de la gente de Arle y su nombre pasaría a la historia como el ministro que hundió el reino. Las cosas no podían ser peor, o al menos eso pensaba.


El dragón de Noatlín estaba algo cansado de la misma cosa todos los días: a veces mataba una vaca y otras un cordero. A veces correteaba a un grupo de trabajadores de los campos de seda y se divertía arrojándoles bolas de fuego. Cuando el aburrimiento era demasiado se dedicaba a destruir casas y graneros. La cosa es que tanto de lo mismo llega a cansar hasta a un dragón por lo que nuestra estimada calamidad alada decidió probar suerte en el vecino reino de Arle. Ya sus amigos dragones le habían prevenido sobre el ejército de aquél reino, pero recordemos que éste era un dragón que nunca había conocido la derrota. Arle habría de conocer su furia.


Noatlín tuvo un breve respiro: por algún tiempo no sufrieron ataques del dragón pero tenían tanto que hacer recontruyendo casas y hospitales que había desatendido a los campos de seda. La producción de este preciado material era la más baja de la historia de Noatlín y el ministro Nerretía estaba conciente de esta situación. La solución a esto es la guerra, dijo Nerretía ante el consejo del reino. Sin duda alguna el vecino reino de Arle tenía alguna culpa por haber mandado madera tan mala. Si esto no hubiera pasado la gente hubiera tenido resguardo del dragón.

Toda una tarde se dedicó Nerretía a envenenar a la corte de Noatlín en contra del reino de Arle. La guerra se cocinaba rápidamente.



Terminado el debate se decidió invadir al reino de Arle para tomar lo que era de ellos. Se organizó un ejército con lo que quedaba de los hombres fuertes de Noatlín y peregrinaron rumbo a la batalla. En el camino rumbo a Arle se toparon con el mensajero que hacía unos meses habían mandado. Tenía terribles noticias:

- Arle ya no existe. El dragón destruyó todo.


Resulta que al ver el dragón que las armas de Arle ya no eran tan resistentes como antes decidió ir a buscar a todos sus amigos que habían perdido a algún ser querido a manos del ejército de este reino. Tántos fueron los dragones que acudieron a buscar venganza que en poco tiempo destruyeron todo. Los que sobrevivieron emigraron a otras tierras. El mensajero concluyó con una noticia aún más perturbadora:

-Se dirigen hacia Noatlín. Salven la vida.


Los Noatlianos estaban estupefactos. Esto de los dragones era cosa muy seria. Si eso había pasado al una vez poderoso Arle ¿Qué ocurriría a Noatlín cuando los dragones llegaran? La respuesta a esa pregunta no necesitaba ser dicha en voz alta. Todos huyeron de ahí, el ministro Nerretía a la cabeza y de la misma manera fué el primero en ser encontrado por una gran bandada de dragones. La peregrinación a la batalla contra Arle se conviertió en una frenética huída. Los dragones destruyeron todo, no quedó nada del ejército de Noatlín.

Los antiguos habitantes de Noatlín se unieron a los sobrevivientes de Arle y comenzaron a vivir juntos. Platicaban las historias cómo el origen de todo había sido la avaricia de Melbo. Otros decían que era el pequeño dragonicito que un día empolló en Noatlín. La gente tenía esperanzas de que las cosas fueran mejores en este nuevo pueblo, al que todavía no habían nombrado. Se dedicaban a las cosechas y al ganado. La vida era más fácil sin monarcas caprichosos ni ministros avariciosos. Las hadas encontraron esta nueva comunidad y comenzaron su tarea de nuevo, cuidando a los árboles y las cosechas. En fin, comenzaban a mejorar poco a poco las cosas y la tranquilidad era una cosa cada vez menos lejana en la mente de la gente. Muchos aplicaron lo aprendido inmediatamente y se empeñaron en destruir los huevos de dragón que encontraban en los campos así como de capturar y matar a cuanto drangoncito apareciera. La gente había aprendido la lección, o al menos eso creían.

Saturday, October 22, 2005

Cuento de Hadas (II)

No muy lejos de Noatlín existía otro reino llamado Arle.

Arle tenía la reputación de tener las mejores maderas que se pudiera uno encontrar. En Arle los árboles crecían con vigor pues eran cuidados personalemente por las hadas. Ellas se aseguraban de cuidar a los árboles desde que eran apenas una bellota. Cuidaban de ellos trayéndoles el agua más limpia y echando sobre sus raíces la tierra más fértil. Las hadas incluso contaban con la ayuda de los animalitos del bosque, como los conejos de la región quienes se comían la mala hierba que podía matar a los pequeños árboles. Ellas ponían este esmero en su labor primero por ser hadas, luego por dar gusto al señor de Arle, el rey Resalin, quien distribuía la madera de dichos árboles por toda la región. Esta actividad tenía contento no solo al rey sino al pueblo. En Arle abundaban los carpinteros y artesanos que eran capaces de dar forma a las más bells estatuas y adornos. Arle era un reino próspero que no tenía los problemas de dragones que Noatlín. Ellos se habían deshecho de los dragones hacía mucho tiempo y se aseguraban de que las alimañas aquéllas no volvieran. Nada de dar doncellas en sacrificio ni corderos como tributo, no: Arle había armado al mejor ejército caza dragones que el mundo jamás hubiera visto por lo que ningún demonio de aquéllos pasaba por ahí sin ser perseguido a punta de lanza hasta los confines del reino. Sí, Arle era un reino ejemplar, o al menos eso creían.


Un buen día el primer ministro Melbo decidió que podría cortarse más madera este año. Si la madera no se vendía en su totalidad podía exportarse a los reinos vecinos o almacenarse en las bodegas reales de Arle para su futuro uso. Melbo expuso sus ideas a Su majestad y éste quedó maravillado: podía recaudarse mucho en impuestos al exportar la madera y la artesanía Arleiana. El rey rápidamente emitió un decreto por el cual se ordenaba a las hadas duplicar la taza de crecimiento de los árboles y comenzar inmediatamente la tala de más árboles. Las hadas no recibieron con agrado la noticia, pero ansiosas de complacer a Su majestad mandaron a una de ellas al distante reino de los Gnomos para solicitarles el cambio en la fórmula de los polvos mágicos de crecimiento. Los Gnomos se molestaron, pues ello indicaba que alterarían la forma de elaborar polvos que se usaba desde hacía cientos de años. Respetaron los deseos de las hadas y el rey Resalín y comenzaron a elaborar los polvos nuevos. El hada mensajera regresó con la muestra de este nuevo polvo y con ello se inició a espolvorear a las nuevas bellotas para comenzar el crecimiento acelerado inmediatamente. Las hadas estaban trabajando a toda prisa pues Su majestad había exigido noticias del avance lo más pronto posible. Al cabo de un par de días el hada mensajera entró al palacio real cargada de buenas nuevas, o al menos eso creía.


Gran júbilo llenaba el palacio real: el experimento había sido un éxito completo. Las bellotas que recibieron la nueva receta de polvo pasaron de su estado de semilla al de retoño cientos de veces más rápido que las normales. Esto quería decir que una bellota se transformaría en árbol adulto en solo 12 meses, en lugar de 24 años. Además, la tala de árboles se llevó a cabo sin problemas y se había exportado una gran cantidad de madera. Los artesanos, carpinteros y contructores de Arle habían sido abastecidos en su totalidad. La madera que sobró fue enviada a la bodega real de manera que se tenía provisión suficiente para durar los 12 meses que tomaría tener una provisión fresca de madera. Los impuestos que se recaudaron con la exportación de madera fueron tales que el rey organizó una fiesta para todo el pueblo. La gente estaba contenta y con ánimo de festejar: el rey había tomado una muy buena desición, o al menos eso creían.


Unos meses más tarde el encargado de la bodega real se topó con un bichito raro. Al cambiar de lugar unos de los troncos almacenados se topó con un gusanito azul. El empleado se sorprendió al hacer una inspección más detallada de los troncos pues se topó con muchos de estos bichitos. Recordó que en el bosque, las hadas envían parvadas de pájaros carpintero que incesantemente picotean y escarban en la madera para comerse a los gusanos. Sin perder tiempo, el leal empleado salió a ver al ministro Melbo y le contó lo que había encontrado. Melbo se enfureció y demandó tener una audiencia con el hada superior para preguntarle la razón de este descuido.



El hada superior llegó puntual a la cita y de inmediato se dispuso a escuchar las quejas del ministro Melbo. Éste mostró al hada su descontento y le exigió una explicación. ¿Por qué se habían llenado de gusanos los troncos de madera de Su majestad? Esto, a manera de ver de Melbo, se debía únicamente a que los pájaros carpinteros no estaban haciendo su trabajo. El hada suspiró e hizo acopio de paciencia. Entonces dijo:


-Por supuesto que no estan haciendo su trabajo, excelencia. Los pájaros carpintero solamente buscan a los árboles que estén en el bosque. Nunca ha visto usted un pájaro carpintero en una bodega, ¿o si?
Melbo enrojeció de cólera y dijo:


- ¡Pues entonces haga que vayan a la bodega real inmediatamente!
El hada se estremeció con el grito de Melbo. Las hadas son criaturas delicadas y dulces que no están acostumbradas a ser manejadas con tanta violencia. Con esa dulzura famosa el hada dijo:


- Excelencia, me temo que eso no es posible pues los pájaros no entraran en tal recinto. Además todos los pájaros carpintero del reino se han ido pues hemos talado a todos los árboles.
Melbo se enfureció aún más y salió apresurado a dar la mala noticia a Su majestad. Los pájaros carpintero no entrarían a la bodega real... eso era inaudito. ¿Qué se haría con toda la madera que se echase a perder? Su majestad no recibió la noticia con agrado, claro que no. Lo que hizo fue mandar redactar inmediatamente un edicto nuevo que requería que todos lo pájaros carpintero del reino mudaran su residencia a la bodega real. El problema con ello es que no había pájaros carpintero que respondieran al llamado.


Varios días pasaron y el rey seguía pensando en resolver todo el asunto. Para entonces algunas de las provisiones reales ya se habían vendido a diferentes compradores. El rey sintió un alivio al pensar esto pues recordaba el dinero que las ventas dejaban al tesoro real, los beneficios que traía el comercio al reino. Seguramente la madera no se había degradado lo suficiente como para que la gente comenzara a quejarse. O al menos eso creía.


Mientras el rey pensaba en esto, irrumpió la sala del trono el mayordomo real anunciando a un mensajero de un reino vecino. El monarca se acomodó en su trono y mandó traer al visitante. entró a la sala del trono un muchacho agitado quien apenas se reponía del largo viaje que emprendió. Sin que esto lo detuviera dijo con vehemencia:


-Su majestad- dijo el mensajero con voz temblorosa- ¡Traigo noticias terribles!

El mensajero tomó aliento y sacó un pergamino y comenzó a desenrollarlo. Carraspeó y comenzó a leer el mensaje:


-He venido en nombre del reino soberano de Noatlín. Vengo a usted con una queja de nuestro pueblo: la madera que nos ha vendido estaba podrida y llena de gusanos. Desde hace tiempo tenemos problemas con un dragón que azota nuestro reino y la madera que Su majestad, el rey Resalin, nos ha vendido fué usada para reconstruir villas y templos. Los daños que la mala madera ha causado son casi iguales que los que el dragón ocasiona: las casas colapsan y atrapan a sus habitantes dentro. Por lo menos el dragón ruge antes de atacar. Los daños son cuantiosos y nuestro reino demanda que sea usted quien pague por ellos. ¡El reino de Noatlín exige una respuesta inmediata!


El rey se quedó pasmado: más malas noticias. Sin perder un segundo, mandó llamar al ministro Melbo. Mandó traer comida y bebida para el mensajero y pronto lo llenó de atenciones y obsequios. Le aseguró que para el día siguiente tendría respuesta a las demandas de Noatlín y le invitó a pasar la noche en el palacio real. El mensajero accedió e inmediatamente fué llevado a sus aposentos, donde un baño caliente y una cama fresca y limpia le aguardaban.


Resalín estaba furioso, verdaderamente furioso. Este asunto había llegado muy lejos y ahora las consecuencias habían afectado a la población de un reino vecino. Pensó rápidamente en cifras monetarias para indemizar a la gente de Noatlín y así mismo en enviar madera de su nueva cepa de árboles que tanto prometían. Haber talado todo y embodegado los sobrantes había sido mala idea y por ello Melbo habría de dar la cara. Las cosas cambiarían pronto cuando la primer tala de árboles mágicos se efectuara. Pronto sería la envidia de los otros reinos, pronto sus problemas disminuirían y, lo que es mejor, pronto comenzarían a engordar las arcas del tesoro real. O al menos eso creía...

Thursday, October 20, 2005

Cuento de Hadas (I)

Érase una vez un reino mágico donde la gente trabajaba y vivía en armonía. Este reino se llamaba Noatlín. Los habitantes Noatlín elaboraban tela de seda para los caruajes del monarca del reino vecino. Esto constituía la principal actividad económica del pueblo. La mayor parte de los habitantes tenían granjas de seda y con ella daban abasto para las necesidades de producción del reino. Todo era bueno y próspero, o al menos eso creían.

Un buen día llegó a Noatlín un dragoncito. Este animalejo era apenas una sabandija por lo que la gente no le prestaba atención, incluso cuando esta sabandija se comía una pequeña parte de los gusanitos de seda de Noatlín. La gente pensaba que si dejaban al dragoncito en paz éste haría lo mismo con ellos cuando creciera, asi mismo se evitarían la pena de que los padres del dragoncito alguna vez pasaran por ahí buscando a su crío solo para toparse con que los habitantes de Noatlín lo habían matado por indeseable. Toleraron al dragón y las cosas continuaron siendo buenas, o al menos eso creían.


Al pasar el tiempo el dragoncito se convirtió en un animal vigoroso. Ahora no solo se contentaba con comerse los gusanos de seda, sino que se dedicó a vandalizar a algunos cultivos de la población. Con el problema en las manos, el monarca de Noatlín decidió hacer frente a la amenaza indicando a sus súbditos que ellos mismos deberían encargarse de proteger la provisión de gusanos de seda así como los cultivos. Los proveyó de palos y picos para espantar al dragón y les indicó que si era necesario, deberían pedir apoyo a las hadas de la región para que ellas se encargaran de encantar al dragón y lo distrajeran mientras ellos lo capturaban y lo alejaban de Noatlín. Esto funcionó muy bien y las cosas volvieron a ser buenas, o al menos eso creían.

Un día el primer ministro, el duque Nerretía informó al monarca que ese día no entregarían la cantidad diaria pactada de capas de seda. Furioso, el rey demandó explicaciones a su ministro quien solo pudo decir que el dragón era ahora lo suficientemente grande como para cazar ganado y destruir las casas de los trabajadores, por lo que ahora éstos pasan la mayor parte de su tiempo reparando los daños que la "sabandija" causaba y no atendían sus labores en los campos de seda. El rey se enfureció más y demandó tener una audiencia con todos sus súbditos para tratar este asunto de inmediato. Todos habrían de estar en la plaza mayor al despuntar el alba del día siguiente. Al correrse la noticia de la convocatoria del rey los súbditos se llenaron de alegría. "Su majestad nos librará del dragón" decían con emoción y se apresuraron para teiminar las reparaciones de sus casas para levantarse y atender el llamado de Su majestad. Las cosas estarían mejor y todo sería bueno de nuevo, o al menos eso creían.

Llegada la cita, todos los habitantes de Noatlín abarrotaron la plaza del pueblo esperando a que su monarca apareciera en el balcón del palacio real. Pasaron unos cuantos minutos cuando apareció tras las cortinas Su alteza acompañado del primer ministro Nerretía. Un gran silencio llenaba la plaza por lo que parecieron ser décadas. La gente estaba llena de esperanza y emoción cuando el rey alzó la voz y dijo:


-¡Son todos unos cobardes! ¿No se les dieron palos y picos para defenderse del dragón? Apuesto a que con ellos han hecho caballitos de palo para los niños y espanta-pájaros para los cultivos, cuando lo que deberían haber hecho era armas espanta-dragones.


El silencio en la plaza se hizo aún más grande. La gente se miraba entre ellos, desconcertada. De pronto se escuchó a lo lejos el sollozo de una mujer y es esto lo que hizo al rey pensar que tal vez estaba siendo demasiado duro, mas recordó las enseñanzas de su padre quien le dijo que en época de dragones lo que más necesita el pueblo es mano firme y dura. Con esto en mente el rey volvió a dirigirse al público.


-Necesitamos hombres valientes que hagan frente a esta amenaza. Por ello, exijo que todos los hombres hagan un esfuerzo sobrehumano y hagan acopio de coraje para matar al dragón. ¡He dicho!

Las trompetas reales entonaron una fanfraria y el rey se volvió y regresó a sus aposentos, pues sus deberes reales le requerían. El primer ministro le siguió y la plaza comenzó a quedarse vacía. Mientras tanto, el rey comenzaba a pensar que los valientes del pueblo atenderían a sus demandas. Recordó aquélla temporada de dragones durante el reinado de su padre cuando unos cuantos valientes hicieron añicos un dragón que aterrorizaba a la población. Con esto en su mente, el rey se dirigió a atender el juego real de polo que acostumbraba anfitrionar para los monarcas de los reinos vecinos. Claro, que si no se hacían cargo de este nuevo dragón, pronto no habría dinero para celebrar tal evento de la forma acostumbrada. La reina comenzaría a quejarse de que la calidad de los bocadillos era cada vez menor y, lo que es peor, tendría que negársele el dinero necesario para comprar las chucherías que tanto le gustan. No, eso ni pensarlo; las cosas pronto volverían a ser mejores pues después de todo esto era solo otra temporada de dragones como otras, nada más. O al menos eso creía...

Monday, October 17, 2005

Carretera

Hoy me levanté temprano pues tuve que salir de viaje.
Hay pocas cosas que me gusten tanto como viajar en el coche. De hecho me encantaba volar, pero a falta de avión... Cuando voy por la carretera voy disfrutando de conducir y no me refiero con ello a que voy a toda velocidad. Me gusta ir viendo el paisaje y me gusta observar cómo se comporta el motor del carro.

Hoy viajé a Silao, GTO. Aquí está una planta gigantesca de General Motors y además un montón de tiers o secuenciadores que se dedican a proveer de material a GM. Digo aquí por que SIGO en Silao...bueno, técnicamente estoy en León, GTO. Estoy en el restaurante italiano del hotel, tomándome una sangría y mandando los reportes diarios a mis clientes: estoy hecho todo un burgués.

Tuve que quedarme de improviso pues un cliente nuevo que apenas comencé a manejar este mes me ha pedido que esté presente en una reunión con los ingenieros de SQA (Supplier Quality Assurance) de la planta de su cliente. Estoy por que he encontrado la forma de rescatar 90% del scrap. Por una cosa o por otra, me quedé b y usqué hotel en Silao pero no hallé nada libre; tuve que venir hasta León para hallar hotel. La razón de la saturación de los hoteles es el festival Cervantino, cosa que aproveché para llevarme a los gringos de tour por la ciudad de los callejones.



Quisiera regresar ya a la carretera.


Por la mañana ví al Sol asomar los primeros rayos, tímidos ellos, por el horizonte y por la noche vi a la luna llena surgir detrás del cerro del cubilete.

Mil cosas que pasan y uno apenas si se da cuenta de cuando llega uno a su destino, a 10, 100 1,000 kilómetros.

Friday, October 14, 2005

Pánico

Con el último post he recibido muchísimos email preguntandome cosas respecto a las arañas. Me siento algo apenado por haber infundido el pánico así es que dedicaré este post a responder algunas de las preguntas más comunes que me enviaron.

Ladies and Gentlemen, Boys and Girls...

¿Hay arañas Reclusas en México?

La pregunta más frecuente que me han enviado es si hay Loxosceles en México y me temo decir que sí. En nuestro país sí hay arañas violinistas. La buena noticia es que son raramente vistas en la ciudad y es muy raro el caso de picadura, pues estas arañas son muy tímidas y frágiles (por algo se llaman reclusas). En concreto: la disrtibución geográfica de la Loxosceles es desde el sur de Sinaloa, en la costa del pacífico hasta centro y sudamérica.

¿Cómo identificarlas?

Algúnas almas caritativas decidieron identificar primero a la araña antes de aplastarla de un pisotón, por lo que es necesario saber cómo identificarlas.

La característica número 1 son los ojos. Las Loxosceles tienen 6 mientras que casi todas las otras arañas tienen 8.


Detalle del cefalotórax, mostrando los 6 ojos acomodados en pares.

Las arañas Loxosceles tienen la característica marca del violín en el cefalotórax, pero esto no es garantía de identificación de la araña pues muchas de ellas parecen tener un violincito pintado en la espalda.

¿Es fatal el bicho este?

Algo de buenas noticias: No. Solamente el 10% de los casos presenta lesiones severas y menos del 1% resultan en la muerte del paciente.

¿Qué hacer si te pica una araña de estas?

Pues lo primero y más importante es NO APLICAR AGUA CALIENTE ni NADA CALIENTE en la zona de la herida. Esto solo permite que el veneno se expanda con mayor facilidad.

Lo segundo es calmarse.

Lo tercero es intentar capturar a la araña.

Por último se debe acudir al médico. La picadura de la reclusa parda no produce efectos inmediatos como los de la viuda negra, así es que las ulceraciones pueden presentarse al día siguiente de la picadura.

Una persona que evidentemente es médico o estudiante de medicina me ha dicho que no debería hablar yo de loxoscelismo si no estoy calificado. Dice que el tratamiento para la picadura de esta araña es muy rara vez tratado y que no es necesario un seguimiento médico riguroso. Esta persona me comenta que los efectos de la picadura son más bien endémicos, es decir que afecta más a unos tipos de personas que a otros. Esto es cierto, siendo las personas más sensibles las de raza caucásica. Sin embargo me permito escribir aquí algunas recomendaciones médicas:

Diagnóstico Diferencial:

  • Púrpura trombocitopénica trombótica.
  • Meningococcemia.
  • Síndrome de Steven-Johnson.
  • Necrólisis epidémica tóxica.
  • Periarteritis nodosa.
  • Envenenamiento por arsénico o plomo.
  • Envenenamiento por warfarina.

El tratamiento recomendado es:

Aplicar:

  • 4 mg de fosfato de dexametasona por vía subcutánea en el sitio de la picadura.
  • 40 a 80 mg de acetato de metil-prednisolona por vía intramuscular.
  • Repetir el tratamiento local con 21-fosfato de dexametasona,cuatro horas después.
  • Si continúan apareciendo vesículas, repetir la dosis de metil-prednisolona a las 24 horas.
  • Si ocurre hemólisis intravascular, aplicar 50 mg de prednisolona por vía intravenosa, seguidos de 25 mg cada 6 horas, hasta que desaparezca la hemólisis.
  • En caso necesario, previa valoración general, 5,000 U de heparina cada 12 horas.
  • Administrar Aracmyn Plus (Faboterapia)

Tomado de: Gomez HF, Miller MJ, Trachy JW, Marks RM, Warren JS. Intradermal anti-loxosceles Fab fragments attenuate dermonecrotic arachnidism. Acad Emerg Med 1999; 6(12): 1195-1202.

Otra pregunta, esta viene de Canadá:

¿Hay loxosceles en Canadá y qué arañas de importancia médica hay en Canadá?

Pues sí, pero no en todo Canadá. Allá está la araña vagabundo, o hobo spider nombrada así por que se propagó por tren a los EEUU, siendo esta originaria de Europa Occidental. Este bicho, la Tegenaria agrestis (Tejedora de Tela Campestre) causa una condición similar al
loxoscelismo.

Pues bien, ahí lo tienen. He tratado de responder a la mayoría de las preguntas que me han hecho. Me siento un poco culpable por esparcir el pánico entre mis lectores.

No estaba muerto, estaba juido...

Muchas cosas han pasado estas últimas semanas. He tenido mucho trabajo (gracias a Dios) y eso me encanta. Una novedad es que ahora les escribo desde una notebook; Laplace goes centrino dirían mis amigos inges. La adquisición de esta herramienta tiene como principal objetivo diversificar los recursos de su servidor, en otras palabras; no agandallar la PC de la casa todo el día. Estoy contento pues me encuentro haciendo algo que me encanta y que presenta todos los retos ue uno quisiera tener en un trabajo. También estoy contento pues gozo de buena salud y mis seres queridos también. Estoy contento por tener a Diana a mi lado... En fin, Laplace está contento.

Tengo planeado que el próximo post será de algo menos escabroso...