Friday, November 25, 2005

Arcilla



Alguna vez Emejota ha dicho -refiriéndose a las interpretaciones de Glenn Gould - que la música de Bach es arcilla para que el artesano haga cosas maravillosas. Que la música de Bach es el medio de expresión del intérprete. Quien haya escuchado y comparado las interpretaciones de Gould con las de otros artistas entiende bien de lo que se habla. Esta explicación de Emejota me ha gustado mucho.

La música de Bach es un conjunto de expresiones que buscan constantemente una voz para expresarse, y digo voz casi literalmente. Los pianistas tenemos la felicidad de encontrarnos constantemente en una disyuntiva muy peculiar cada que tomamos una partitura de Bach: ¿Piano o Clavicordio? Esta situación se presenta con todos los autores del barroco, como Händel, Scarlatti, Soler, Couperin... pero es en el caso de Bach que tenemos que la elección del instrumento es un suave tormento que se disfruta, y mucho.

En los compositores antes mencionados se presentan situaciones que delatan la intención original del autor cuando escribió tal o cual obra. En Scarlatti, por ejemplo, tenemos que la escritura pone en evidencia que el instrumento en el que la obra debe ejecutarse tiene teclas pequeñas y suaves, características del clavicordio. Couperin tiene un libro titulado l'Art de toucher le clavecin (El arte de tocar el clavecín) y dicho título no es un desperdicio: es un extenso tratado sobre la técnica clavecinística francesa.

En la música de Bach el lacónico y fuerte idioma alemán se convierte en vago y difuso. Das Wohltemperiete Klavier, malamente traducido como "El clave bien temperado" no se refiere al clavicordio en su título, sino a todos los instrumentos de teclado pues en alemán la palabra Klavier quiere decir "Teclado". ¿Pero cuál teclado? En época de Bach existían órganos, clavicordios, virginales, espinetas, clavecines (no es lo mismo clavecín que clavicordio). Otro ejemplo de esto es el título de la última gran obra de Bach, El Arte de la Fuga (Die Kunst der Fuge). En ella encontramos que las piezas están escritas con cada voz por separado y en claves de soprano, alto, tenor y bajo. No hay ninguna indicación de instrumentación en la partitura cosa que se aprovecha para tocarla en cualquier combinación posible de instrumentos o con un solista en un instrumento de teclado.

BWV913

Según la humilde opinión de su servidor, la obra de J.S. Bach está escrita de tal forma que trasciende al instrumento. Es música tan poderosa que no importa cómo se escuche; siempre encontrará nuevas formas de expresión independientemente del instrumento en el que se toque, y que conste que no se está sugiriendo una barbaridad pues está el claro ejemplo de la Chaconne en Re menor de la segunda partita para violín solo, que múltiples y maravillosas transcripciones ha experimentado.

BWV913 es el número de catálogo de la Toccata en Re menor de la serie de siete Toccatas para teclado que van desde el BWV910 hasta el BWV916. En esta obra me he encontrado muchas veces en la disyuntiva que antes describí. La toccata en Re menor, BWV 913 a pesar de su número de catálogo es probablemente la más antigua de todas. Tiene un desarrollo más familiar cuando se le compara a las otras Toccatas y por ello nos parece más sencilla en su construcción, pero esto es solo en apariencia. Se forma de 4 secciones bien separadas entre sí iniciando enérgicamente con un movimiento introductorio de carácter fantasioso que se desenvuelve hasta llevar a una serie de pasajes descendentes con una ornamentación bellísima y un regreso al vigor de la figura fantasiosa inicial . Hasta aquí podríamos llamar a esta primera sección el "Preludio" de la obra. Le siguen tres movimientos con indicaciones Presto, Adagio-Presto y Allegro, dando la idea de una sonata. Los movimientos rápidos constituyen fugas muy libres que se aproximan más a la invención y al preludio. El movimiento lento es un descanso caracterizado por un ostinato que hace su primera aparición en la voz soprano en el cuarto compás del movimiento. Glenn Gould hace magia con este pasaje.

Aquí tienen una grabación de la citada obra:






En ella se escucha el vigor y la elegancia del barroco. Elegancia. Me he detenido un poco a pensar en esa palabra pues me ha impresionado un poco y creo que es un buen calificativo para describir el espíritu barroco. Hay una elegante sobriedad a lo largo de la obra que sencillamente me pone la carne de gallina.

Los invito a escuchar la pieza y que me digan lo que opinan. Más adelante haremos la dolorosa, pero deliciosa, elección del Piano.





Sunday, November 13, 2005

On the road again...

Esta semana estaré de nuevo en General Motors Silao.

Después de mucho trabajo con los proveedores, interminables juntas, problemas comerciales y demás por fin se ensamblarán 4 camionetas del proyecto GMT931. La semana pasada estuve tres días en la planta de Lear, que está a 5 minutos de GM Silao. Lear fabrica los asientos de las camionetas; primera, segunda y tercera fila. Ahí vimos el proceso ensamble de los kits que se utilizarán en la corrida piloto de este Lunes. Tuve la suerte de promocionar nuestra compañía y regresé con 3 clientes nuevos. Mi visita a GM mañana tiene como objetivo secundario regresar con más clientes.

Me gusta mucho viajar, pero tiene sus inconvenientes: no estaré cerca de mi familia y amigos para mi cumpleaños. Además, ya he estado ausente casi toda la semana pasada y no he visto con suficiente frecuencia a Diana.

Los viajes son de las experiencias más formativas que uno puede tener. Las personas bien acomodadas suelen mandar a sus hijos al extranjero para "que se encuentren a ellos mismos" pero creo que esto es una estupidez: si alguien no está bien definido antes de irse solo regresará más confundido.

La parte que menos me gusta de viajar es cuando por la noche llego al hotel. Estás completamente solo y te das cuenta de la distancia que te separa de tu vida cotidiana. A veces, las más, algún cliente quiere salir a conocer la ciudad o se reunen un grupo de personas para tomar un trago. Todo esto me parece que es remedo de lo mismo: la soledad del camino. Para combatir ese sentimiento yo recomiendo escuchar música.
Admiro mucho a las personas que viven en otro país jugándose el todo por el todo en un proyecto de vida. Las pequeñas aventuras de uno en tierras lejanas siempre son dignas de guardar y sacárlas a relucir en compañía de un grupo de seres queridos, al calor de la amistad y un cognac. De estas aventuras hay miles. Hay logros y triunfos en todas ellas, pero también existe de vez en cuando alguna derrota. Pienso que los escritores más prolíficos son aquéllos que han realizado viajes extensos, aunque sea dentro de uno mismo.

Les escribo más desde Silao.

Wednesday, November 02, 2005

Una de Miedo

Para Katja, que me contó esta historia hace algunos años.



Hace algún tiempo una amiga mía me platicó lo que ahora estoy por contarles.

Mi amiga tenía un perro, un pastor alemán grande y brioso llamado Willy que era la adoración de la familia entera. Willy era un perro bastante cariñoso y leal, además de ser un excelente perro guardián. En una ocasión Willy espantó a tres ladrones que intentaban robar el carro del padre de mi amiga. Willy era un buen perro.

Enfrente de la casa de mi amiga estaba la casa de una señora de muy mal trato. La señora tenía alrrededor de 69 años y vivía sola. Divorciada desde hacía 25 años, la señora tenía fama entre los vecinos de ser una viejita ideática y conflictiva que se peleaba con todos a la menor provocación y que estaba enterada de los chismes de toda la cuadra. Esta señora tenía como compañía a un perrito french poodle llamado Motita. La señora hablaba y trataba al perro como si fuese un niño pequeño, incluso mi amiga dijo en una ocasión que la señora trataba al animal mejor que a sus hijos, quienes raramente la visitaban. Como todas las cosas se parecen a su dueño, Motita era un perro odioso también. El animalito tenía la costumbre de cagarse en la banqueta, pues su ama lo sacaba por las tardes a hacer sus necesidades, pero el perrito consideraba al pasto de muy baja categoría para sus gracias: el señorito tenía que ensuciar las aceras y la dueña nunca limpiaba. Además, la sabandija tenía la mala maña de hacer enojar al perro de mi amiga. Corriendo y ladrando a todo pulmón, Motita hacía hasta lo imposible por perturbar al otro perro que ladraba desde dentro de la cochera en respuesta a las provocaciones del perrillo latoso.

La amargada señora notó un día que el pastor alemán tenía cierto rencor contra su precioso can así es que cada que se prestaba la ocasión le decía a mi amiga o a su familia que cuidaran a su animalazo, pues no fuera a hacerle daño a su inocente querubín.
Un buen día, mi amiga y su familia regresaban a altas horas de la noche de una boda cuando vieron que la reja de la cochera estaba abierta y el perro no estaba. Después de llamarlo un par de veces el perro acudió presuroso al llamado de sus amos. Ya dentro de la casa se percataron de que el perro estaba inusualmente inquieto y sucio. Lo sacaron a la cochera de nuevo para que no ensuciara de tierra los muebles. Seguramente el condenado animal se habría revolcado en el jardín o en el camellón, habría que bañarlo en cuanto amaneciera. De pronto, mi amiga vió algo que no notó cuando llegaron a la casa y que ahora su perro parecía orgulloso de mostrarle:

Tendido en un rincón de la cochera estaba el cadáver de Motita, cubierto de hojarasca, tierra y con señas de haber sido arrastrado por toda la cuadra por el pastor alemán. Mi asustada amiga corrió al interior de la casa y no se percató de que su perro había tomado a su trofeo y corrido tras de ella. Irrumpió en la cocina, donde se hallaba el resto de la familia, y de un grito dijo:

"¡El Willy se chingó al Motita!"
"¿Qué qué queeee?"- dijo el papá
"Que el Willy se..."

Un ruido sordo interrumpió la conversación: de un golpe había entrado el perro con el cadáver del perrito en sus fauces, sosteniéndolo por el cuello.

Mi amiga después recordaría que las cosas pasaban como en cámara lenta. La conmoción, el horror, la sensación de "... y todas las veces que la viejilla chingaba con lo del perro y yo que la mandé al cuerno". La culpa, la soledad de la amargada viejita, las historias de los vecinos respecto al abandono que la señora sufría por parte de los hijos... todo fraguaba y se enfocaba en el feliz rostro de Willy, que parecía decir: "miren lo que he hecho, por fin me escabeché al idiota este".

En una secuencia de sucesos que hasta hoy día no están claros, mi amiga y su familia decidieron lo impensable: bañarían a Motita, lo secarían y después lo colocarían con mucho cuidado en la cochera de la vecina para que pareciera que el perro murió mientras dormía. No había señas de lucha aparente y era dudoso que se le practicara la necropsia de ley a un perrito. Con el amanecer pendiendo sobre sus cabezas, comenzaron a asear el cadáver del perro.

Tres horas duraron en arreglar el crimen de Willy. Bañado y seco, el perrito fue clandestinamente depositado en la cochera de la vecina. Todo salió conforme a lo planeado y solo quedaba esperar el amanecer para conocer la reacción de la señora. Faltaba que que la reacción no fuera demasiado grave. Solo eso los separaba del crimen perfecto. Incluso comoenzaron a regordearse en su aparente éxito.
"Favor que nos hizo el Willy al fregarse al perrito estúpido".

Temprano a la mañana siguiente se escuchó un grito pavoroso que venía de la casa de la señora vecina. Llantos y sollozos no se hicieron esperar. Lo que no cabía dentro del cuadro predecido era que al poco tiempo de que la señora encontró a Motita llegó apresuradamente el carro de su hermana y que al poco tiempo de que llegara esta última llegó una ambulancia. Sacaron a la vecina en una camilla y con mascarilla de oxígeno. La ambulancia partió furiosa ante la atónita mirada de mi amiga, su hermano y sus padres quienes comenzaban a sentir que algo se los comía por dentro: la impresión que la viejita se llevó fue suficiente para mandarla al hospital. Parecía, después de todo, que no hay crímen perfecto.

Al pasar las semanas, la hermana de la dueña de Motita regresó para recoger el correo y a llevarse algunas cosas para la señora, quien se recuperaba de un infarto en su casa. La mamá de mi amiga corrió de inmediato para preguntarle cómo se encontraba la enferma y qué le había sucedido. Es aquí donde este relato se torna realmente horrible:

Durante la tarde que mi amiga y su familia asisitieron a la boda, Motita enfermó gravemente. Su condición se deterioró hasta que al anochecer el perrito murió. Desconsolada, la señora decidió enterrar los restos de Motita en el jardincito que está en la cochera. Cuál fué su sorpresa al ver al día siguiente a Motita echado en la cochera, como si hubera estado dormido. La tierra de su tumba removida y sin embargo Motita no tenía ni una sola mancha de suciedad. ¿Había sido enterrado vivo? ¿Cómo había salido de su tumba sin ensuciarse? La impresión de todo eso le causó a la señora un ataque de ansiedad que culminó en un leve infarto. Leve, pero infarto al fin.

Cuando pasaron unos meses, mi amiga compró un poodle similar a Motita y se lo obsequió a la señora. A raíz de esto mejoraron las relaciones entre ellos. Sin embargo, la señora aún cuenta la extraña historia de su perrito que regresó de la tumba.