Tuesday, July 12, 2005

Mi Abuelo y la Cajita de Zapatos

En el blog de Emejota he leído una anécdota -muy elegantemente contada, como es usual en él- que me ha hecho recordar algo de mi infancia que está muy presente en mí hoy en día.

Siempre le doy grasa a mis zapatos por la noche, cada dos días. El hábito me proporciona unos minutos de reflexión al tiempo que utilizo el momento en algo útil: la gente se fija en que uno tiene los zapatos lustrados. Tiene uno cierta presencia al tener los zapatos boleados que no da ni la camisa más cara ni los pantalones más de moda. Este hábito lo he heredado de mi abuelo materno, Raúl Hernández Muñóz, a quien tanto quise.



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Mi Abue y Yo en la casa de Chapala.

Mi abuelito era una gran persona, siempre muy propio y elegante. La gente al acordarse de él recuerda el olor de su loción o lo bonito de sus trajes. En una ocasión me dijo "Bricito, acuérdate que cuando viajas debes vestirte siempre muy bien, pues te atenderá gente que nunca te ha visto y deben tener una buena impresión de tí". (A mi Papá, mi abuelo lo llamaba "Bricio", de ahí que a mi me llamara...)

Siempre viví cerca de él. Ya fuese enfrente o a un lado de su casa, pero siempre cerca. Recuerdo el peculiar silbido con el que se anunciaba cuando íba a la casa. Mi abue contaba las historias más interesantes y hacía los regalos más generosos. Me acuerdo de los dulces que me compraba y me acuerdo de las veces en que nos llevaba a mis primos y a mí al cine. Era una gran persona, todas las personas que lo conocían pensaban lo mismo de él. Hoy en día cuando por alguna coincidencia de la vida me encuentro con alguno de sus conocidos, me presento ante ellos como "nieto de Don Raúl" y eso basta para que se desborden en elogios y halagos hacia mi abuelo.

Cuando él murió todos estuvimos muy afligidos. Tenía yo 10 años y sentía que el mundo se había acabado. Mi abuelito de pronto se enfermó y en menos de una semana ya no estaba con nosotros... no entendía. Tuve que irme a casa de mi abuela paterna en lo que se terminaba el asunto del funeral. Todo pasó muy rápido... hasta hoy en día no siento que haya podido despedirme de él: no lo ví en el hospital... no recuerdo cuándo fue la última vez que lo vi... Por otro lado estoy agradecido de que nunca lo vi debilitarse ni quejarse. Lo recuerdo sano y sonriente, platicándonos sus aventuras de cuando boxeaba (nos mostraba que tenía la nariz rota), cuando de jóven viajaba a los EEUU para comprar carros y venderlos; sus viajes por el mundo y todas las cosas que solamente él sabía platicarnos. Ahora ya no escucharía más las historias y poco a poco el tiempo ha ido tejiendo una tela que nubla mis recuérdos de él, su voz, sus manos...


Pasados unos meses, uno de mis primos comenzó a apropiarse las cosas de mi abuelo. Uno de ellos en su egoísmo y gula desmedida fue a su oficina y se quedó con su escritorio y sus plumas. También se adueñó de sus chamarras y su rasuradora, sus lociones y perfumes. Incluso se quedó con sus batas de baño. Yo estaba muy enojado y por supuesto que protesté al respecto pero por razones que no vale la pena mencionar mi queja pasó a oídos sordos. Un día mientras revisaba entre sus cosas me encontré la caja para bolear zapatos que mi abuelito usaba. Mi primo -que estaba conmigo- vió la caja y la desestimo por "sucia y fea" así es que yo me adueñé de ella contento de haber encontrado algo de mi abue que pudiera conservar.

Al pasar los años las cosas de mi abuelo comenzaron a tener finales similares: el escritorio sucumbió víctima de la inquietud adolescente (e idiotez) de mi primo y pronto se llenó de garabatos y calcomanías estúpidas. Las plumas se perdieron y las chamarras se acabaron y terminaron en la basura o en manos de algún pordiosero. Los perfumes se agotaron... pero la cajita de zapatos está igual que como el día en que la saqué del armario de mi abuelo. Hace ya tiempo que me enteré que esa caja de zapatos es la misma que usaba mi abuelo para lustrar los zapatos de mis tíos por la noche.

Hoy en día yo la uso regularmente para limpiar mis zapatos. Me acuerdo de mi abuelito y de sus sabios consejos, sus historias y sus mimos. Ahora que soy 'mayor' me pongo a recordar las cosas que con amor y paciencia me enseñaba todos los días: No importa que seas el presidente de la república o un cajero en el súpermercado, por la noche todos deberíamos sentarnos a lustrar nuestros zapatos.

Hay veces en que me gustaría que estuviera aquí -fisícamente- y compartir con él tantas cosas que he vivido. Me hubiera consolado y dado sus consejos siempre. Me gustaría presumirle las cosas que he hecho y que he logrado siguiendo sus consejos (y los de mis padres) y me encantaría presentarle a mi novia... yo sé que él me ha estado observando y espero que sepa que muy frecuentemente pienso en él, que lo extraño y que sobre todo quisiera decirle: gracias, abue.

10 Comments:

Blogger Diana Carolina said...

Meine Liebschein:

Tu relato nuevamente me conmovió, tanto o más como cuando me lo contaste en persona. A su vez me hiciste recordar gratos momentos de mi abuelita materna, quien fue la única que tuve el privilegio de conocer.

Seguro que aprendiste mucho de Don Raúl. A mí también me hubiera gustado mucho conocerle. Sé lo mucho que significa para ti y si en este momento te viera, se sentiría muy orgulloso de quién eres y de lo que has logrado.

Esa foto de tu abue y tú está increíble! Qué sonrisa de ambos!

Beso y abrazo fuerte!
=)

Wednesday, July 13, 2005 12:11:00 PM  
Blogger emejota said...

La relación que se establece entre abuelos y nietos tiene unas connotaciones muy especiales que no suele darse en otro tipo de parentescos, me parece a mí.

Simpática foto!

Thursday, July 14, 2005 8:04:00 AM  
Blogger rene said...

En la foto se ve q lo admirabas y querías mucho.

Thursday, July 14, 2005 11:19:00 PM  
Blogger Raquel said...

Aaaay!!! Que bonito, Antonio!
La foto con tu abuelo es un tesoro...
Que suerte eso de los abuelos, tan sabios, tan todo corazon...
Que padre escribiste sobre el!!!
Saludos!

Friday, July 15, 2005 9:38:00 AM  
Blogger marcela en canada said...

Yo no sé que haces en tus escritos que me conmueven mucho. Seguro que me llegas a algún lugar sensible en mí, pero con este de plano me sacaste las lágrimas. Yo tenía una abuelo así pero lo perdí cuando tenía 3 años y lo que me da mucha tristeza es que casi no me acuerdo de él. Sé mucho de él por lo que me platican, además llevábamos una relación especial él y yo, pero no me acuerdo. Y no me quedé con ninguna cajita de zapatos de él, no me quedé con nada material. Y yo también lo pienso mucho a mi abuelo, me gustaría que me viera, que sepa en quién me he convertido, que sepa qué me gusta y qué me hace enojar… ah que muchachito este que escribe cosas así.

Monday, July 18, 2005 10:58:00 PM  
Blogger Wendy said...

Primero que nada, gracias por compartir este recuerdo vivo en tí. Cuando un ser querido mueres, como los abuelitos, queda un vacío que uno nunca puede llenar. Lo que puedo decirte es que Don Raúl Hernández estaría muy orgulloso de su nieto, que lo sigue viendo con los mismos ojitos que cuando nene.
Esa foto es preciosa.

Tuesday, July 19, 2005 1:56:00 PM  
Blogger Antonio Bricio-Hernández said...

Gracias a todos por sus comentarios.

Yo creo que todos tenemos (o tuvimos) a nuestros abuelitos que queremos mucho.

Si, la foto es muy bonita. Ninguno de mis otros primos tiene una foto así con él. Mi papá la tomó durante un fina de semana que fuimos a pasar al campo.

Tuesday, July 19, 2005 2:19:00 PM  
Anonymous Anonymous said...

Llegué aquí por casualidad y la verdad es que sentí tu historia como si estuvieses hablando de mi abuelo. A mi también me conmovió, y allí donde estén saben que les seguimos queriendo como siempre.

Besos, besos...

Wednesday, July 20, 2005 1:27:00 AM  
Blogger Mario said...

Este post no lo haba visto, pero que bien escrito esta!...

La primera parte de este me tuvo con un nudo en la garganta. Que buen consejo este de los zapatos y que buena manera de acordarte de tu abuelo cada que lustras tus zapatos.

Saludos!

Thursday, July 28, 2005 10:43:00 AM  
Anonymous Anonymous said...

Es un relato maravilloso, yo perdí a mi abuelita hace un año y aún no he podido superarlo.... Las relaciones que se tejen con los abuelos van más alla de lo visible, el amor y el corazón que los abuelos ponen en cada uno de nuestros días son insuperables.

GRacias por hacerme recordar, por hacerme agradecer....

Friday, June 16, 2006 4:35:00 PM  

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